
En un mercado sano, la competencia es clave para la innovación y el crecimiento. Sin embargo, cuando el mercado es capturado por unos pocos que utilizan su poder para extraer rentas sin consideración por los efectos sociales y económicos, todos pierden. Kume Ulmen, con su enfoque en la colaboración y el desarrollo inclusivo, sugiere un camino alternativo donde el éxito empresarial no se logra a costa de la comunidad, sino en colaboración con ella.
Por Carlos Leva
En un contexto donde la pobreza en las zonas rurales de Chile, particularmente en las regiones de La Araucanía, Los Ríos y Los Lagos, ha alcanzado niveles alarmantes, surge una iniciativa que promete ser un faro de esperanza para las comunidades mapuche y para los habitantes del sur del país: la creación de la Corporación Kume Ulmen. Este proyecto, impulsado por autoridades ancestrales mapuches, trabajadores y profesionales vinculados al mundo agrícola, responde directamente a un sistema económico que, durante años, ha permitido la concentración del poder y la extracción descontrolada de rentas, dejando a pequeños productores y comunidades enteras en una situación de vulnerabilidad extrema.
El surgimiento de Kume Ulmen no es casualidad. Durante décadas, el mercado ha estado plagado de distorsiones que han favorecido a unos pocos a expensas de la mayoría. La ausencia de un Estado regulador eficaz ha permitido la consolidación de oligopsonios en diversos sectores agrícolas, donde unos cuantos actores tienen la capacidad de imponer precios y condiciones, dejando a los pequeños agricultores sin poder de negociación y condenados a la pobreza. Esta situación, combinada con prácticas de colusión y la extracción de rentas desmesurada, ha creado un entorno donde la competencia justa es prácticamente inexistente.
Kume Ulmen se presenta como una solución innovadora a estos problemas. Al poner en marcha un modelo de desarrollo que se basa en la colaboración entre comunidades, trabajadores y empresarios, esta corporación busca revertir los efectos de décadas de abusos en el mercado. La idea central es que, al unir esfuerzos y compartir conocimientos y recursos, se puede generar una economía local más equitativa y sostenible, donde la riqueza se distribuya de manera más justa y donde todos los actores puedan prosperar.
Desde una perspectiva económica, Kume Ulmen representa una interesante propuesta de reindustrialización del agro en el sur de Chile, centrada en la inclusión y el desarrollo comunitario. La corporación se apoya en la creación de cooperativas productivas que agruparán a las comunidades mapuche en torno a rubros específicos, como la producción de trigo, ganadería y lechería, entre otros. Estas cooperativas no solo buscan mejorar la eficiencia y la productividad, sino también asegurar que los beneficios de estas actividades lleguen a todos los involucrados, evitando la concentración de la riqueza en pocas manos.
La propuesta de Kume Ulmen también es un llamado de atención a los empresarios y a las políticas públicas. En un mercado sano, la competencia es clave para la innovación y el crecimiento. Sin embargo, cuando el mercado es capturado por unos pocos que utilizan su poder para extraer rentas sin consideración por los efectos sociales y económicos, todos pierden. Kume Ulmen, con su enfoque en la colaboración y el desarrollo inclusivo, sugiere un camino alternativo donde el éxito empresarial no se logra a costa de la comunidad, sino en colaboración con ella.
Para los empresarios liberales, esta iniciativa podría ser vista como una invitación a repensar la relación entre el mercado y la sociedad. Si bien el libre mercado es fundamental para el crecimiento económico, la falta de regulación y la permisividad hacia prácticas colusivas pueden llevar a situaciones de injusticia y pobreza, que a largo plazo son insostenibles. Kume Ulmen plantea un modelo donde la economía de mercado y la justicia social no son conceptos opuestos, sino complementarios.
La creación de Kume Ulmen no solo es una respuesta a la pobreza generada por las distorsiones del mercado en el sur del país, sino que es también una oportunidad para demostrar que el desarrollo económico y la equidad social pueden ir de la mano. En un contexto donde el Estado ha fallado en su rol regulador y fiscalizador, esta iniciativa ofrece una vía alternativa para construir un mercado más justo y competitivo, beneficiando tanto a las comunidades como a los empresarios que decidan ser parte de este cambio.