
Al cumplirse el primer aniversario de la guerra entre Israel y Hamas, el conflicto parece estar lejos de resolverse. Desde el devastador ataque del 7 de octubre de 2023, donde Hamas mató a más de 1,200 personas y tomó a cientos de rehenes en Israel, la violencia ha escalado sin cesar. Israel respondió con una campaña militar masiva en Gaza, dejando a la franja en ruinas, con más de 41,000 palestinos muertos y vastas áreas destruidas.
En este año, el conflicto ha evolucionado, involucrando a nuevos actores regionales que complican aún más la situación. Grupos como Hezbollah en el norte de Israel y los Hutíes en Yemen han lanzado ataques coordinados, ampliando el frente de batalla. La intervención de Irán, indirecta pero evidente, ha avivado las tensiones, mientras que las potencias globales como Estados Unidos y Rusia observan con cautela, conscientes de las posibles implicaciones de una guerra más amplia en el Medio Oriente.
Desde una perspectiva crítica, tanto Israel como Hamas han mostrado poco interés en buscar una solución diplomática. Israel, bajo el liderazgo de Benjamín Netanyahu, ha intensificado su ofensiva, argumentando que es esencial para la seguridad a largo plazo de su nación. Sin embargo, las políticas israelíes han generado una crisis humanitaria de gran escala en Gaza, lo que ha exacerbado el sufrimiento de millones de civiles, desplazados y enfrentando la escasez de alimentos.
Por su parte, Hamas continúa sus ataques con cohetes, manteniendo una retórica de resistencia contra lo que consideran una ocupación opresiva. No obstante, sus acciones también han sido responsables de un ciclo de violencia que ha traído sufrimiento a ambas poblaciones. La agrupación ha sido criticada por utilizar tácticas que involucran a civiles como escudos humanos, agravando la crisis en Gaza.
Un elemento clave en este primer año ha sido la creciente participación de Hezbollah, que ha lanzado una serie de ataques desde el Líbano. Este grupo, respaldado por Irán, ha sufrido grandes bajas, incluyendo la muerte de altos comandantes. Sin embargo, su capacidad para seguir atacando muestra que el conflicto tiene múltiples dimensiones que trascienden el enfrentamiento directo entre Israel y Hamas.
A un año del inicio del conflicto, el panorama es sombrío. Mientras el mundo observa, la falta de una resolución clara solo presagia más violencia. La comunidad internacional sigue profundamente dividida, con algunos apoyando incondicionalmente a Israel y otros exigiendo un cese al fuego y una solución basada en la creación de un Estado palestino. La entrada de actores regionales como Hezbollah y los Hutíes sugiere que esta guerra tiene el potencial de convertirse en un conflicto mucho más amplio y devastador.