
Por Marcelo Soto
Las imágenes de Cathy Barriga en un portal “para adultos” generan todo tipo de reacciones. En el mundo judicial, político, social y periodístico se debate sobre el por qué la exalcaldesa decide posar en ropa interior mientras cumple la medida cautelar de arresto domiciliario total.
Resulta previsible que sus adversarios políticos se den un festín con su nuevo “emprendimiento” que sigue el camino sembrado por Camila Polizzi, quien aprovechando su prisión domiciliaria también ha incursionado en la industria del desnudismo.
En medio de portales informativos, el permanente trending topic en X y el comidillo de matinales, aparece el antagonista de esta historia: Joaquín Lavín Infante, el suegro de la rubia exfigura televisiva. Si, y no es antojadizo mencionar al exalcalde de Las Condes. Es él quien lleva el bastón de mando en la familia y quien ha tenido una nula relación con su nuera desde el primer momento en que su hijo, el diputado que lleva su nombre, la presentó en el seno familiar.
El economista y otrora candidato presidencial pertenece a uno de los grupos religiosos más conservadores del mundo moderno: el opus dei. Y lo hace como supernumerario, un tipo de jerarquía dentro de la orden que impone una serie de ritos: ir misa todos los días, rezar al menos un rosario completo cada jornada y media hora de oración. Además, el culto obliga a confesarse una vez a la semana y participar de círculos y retiros para compartir su visión del mundo.
Su misión es clara: dar a conocer las enseñanzas del “Padre”, como le dicen a Josemaría Escrivá de Balaguer, e influir por todos los medios a su alcance para que se pongan en práctica.
El perfil de una familia Opus Dei, como los Lavín-León, está relacionado con la vida espiritual, la educación y la transmisión de valores morales. La Obra es lo primordial, dicen.
En este contexto, tradicional y reaccionario, Lavín ha conocido todos los erráticos pasos de la blonda ex Mekano. Conocedor de los rigores de la administración municipal, Lavín determinó que la gestión de Barriga en Maipú iba al despeñadero mucho antes que estallara el escándalo de dineros, hoy en tribunales acusada de fraude al fisco y falsificación de instrumento público.
Lavín Infante sabe que la madre de sus nietos no tiene límite. Cuando se trata de vengarse de la familia de su marido, a quienes no ve desde hace años, no mide consecuencias. Esto, mezclado al ego y narcisismo propio de una figura de TV en decadencia, provoca una bomba de tiempo con singulares consecuencias.
Es que nadie puede acusar a Barriga de no ser consecuente. Ella, sí que lo es. Desde su época de exhibición televisiva ha hecho de lo público el mejor lugar para sus conflictos personales. Ya como alcaldesa no cedió en nada y se dio exóticos y reprochables gustos como regalar a las vecinas collares Swarosky y peluches.
Antes de ser formalizada y en una de sus últimos trabajos remunerados, fue panelista de Me Late, un estelar de farándula, arena donde ella se mueve bien y conoce.
Hoy, sin embargo, en la plataforma On Fayer, Cathy Barriga traspasó sus propios límites. Sus imágenes aparecen junto a decenas de creadoras de contenido que no trepidan en mostrarse desnudas con un tratamiento audiovisual que exacerba los primeros planos en su zona genital.
En este ambiente está Cathy Barriga hoy. Si pretendía dar en el piso a sus suegros lo logró con creces. Más que un bofetón en el mentón a los Lavín Infante, esto parece una estocada en el corazón de una familias emblemáticas del Opus Dei chileno.