
Por En-Off
La abrupta salida de Manuel Monsalve del gobierno de Gabriel Boric, ha sacudido el ambiente político, generando diversas reacciones tanto dentro del oficialismo como en la oposición.
Monsalve, quien se desempeñaba como subsecretario del Interior, renunció tras una denuncia de violación presentada en su contra por una asesora de la Subsecretaría del Interior. Este hecho ha generado un intenso debate sobre el manejo de la crisis por parte del gobierno y el impacto que esto tendrá en su agenda política.
El proceso que llevó a su renuncia comenzó cuando la ministra del Interior, Carolina Tohá, informó al presidente Boric sobre la denuncia el martes anterior a su dimisión. Según se sabe, Monsalve fue instado a viajar a su región natal, el Biobío, para informar a su familia antes de tomar una decisión definitiva sobre su futuro en el Ejecutivo. Sin embargo, la presión mediática y política aceleraron su salida, lo que generó una profunda conmoción, particularmente en el Partido Socialista (PS), al que Monsalve pertenece. De hecho, su militancia fue suspendida inmediatamente tras la renuncia.
El caso de Monsalve ha generado fuertes críticas hacia el gobierno, especialmente por la demora en comunicar la renuncia. Algunas figuras políticas, como la diputada Ximena Ossandón, cuestionaron que se hubiera permitido a Monsalve continuar con sus funciones durante los días posteriores a la denuncia, incluyendo su aparición en temas presupuestarios. Esta situación ha expuesto debilidades en el manejo de crisis por parte de La Moneda y ha generado dudas sobre la solidez de la estrategia gubernamental frente a situaciones de esta naturaleza.
A nivel político, la salida de Monsalve se percibe como un golpe significativo para el Socialismo Democrático, bloque político dentro del gobierno de Boric, y podría tener repercusiones en las elecciones municipales y parlamentarias venideras. Monsalve era uno de los funcionarios mejor evaluados del gobierno, con un alto protagonismo en temas de seguridad pública, lo que lo perfilaba como un posible candidato al Senado o incluso como ministro de una eventual nueva cartera de Seguridad Pública.
Este episodio deja en evidencia las tensiones al interior del gobierno y la necesidad de fortalecer los mecanismos de respuesta ante situaciones críticas, especialmente en un contexto donde la agenda de seguridad pública ha sido prioritaria para el Ejecutivo.
El reemplazo de Monsalve por Luis Cordero, exministro de Justicia, sugiere que el gobierno buscará rápidamente restablecer la estabilidad en una cartera clave para la gestión de los desafíos en materia de orden público.
El futuro político de Monsalve dependerá del desarrollo de las investigaciones judiciales en su contra, pero su abrupta salida marca un hito que tendrá efectos duraderos tanto para el gobierno como para el panorama político en general.